
Indistintamente es imposible evitar
o descomponer tu presencia.
Inimaginablemente tratar de deducir
o clasificar el amor de tu esencia.
Prorrumpes el eco inerte de mi conciencia,
la Galicia nueva de mis placeres,
la cruz pretendida de mi apariencia,
remuerdes el propósito de mis quehaceres.
Aunque me quiebras, me sustentas.
Aunque me consuelas, tu me enseñas.
Estas aquí; las pisadas de al lado lo demuestran.
Estas aquí, el silencio del sin fin lo comprueba.
Y es que no te escribo, mis versos no te merecen.
No cabes en mis horas, ni en todas mis alturas,
a donde quiera que miro tus palabras reverdecen
y miro en el espero y me encuentro con tu hechura.
Puedo sentir amor, darlo y comprenderlo,
pero esto que siento, no tiene nombre en mi pecho
y aunque no lo quiero ya no puedo reprenderlo,
puedo confesar que hasta lo guardo en mi lecho.
Aunque estas tan lejos, estas siempre cerca de mi.