Contra
la felicidad
Por qué
abandono este pensamientos de quererte.
Por qué
a la hora de aferrarme;
todos
mis sentidos ondean un adiós para siempre.
Mis
ojos parecen no llorarte
y el
luto que se viste en mi alma
parece
tan colorido que mi dolor
se ha
declarado en huelga.
Y este
olor nocturno de tus brazos
parece
no dejar huella en mis ocasos.
Duermes
a un lado conmigo
pero cuando
despierto nunca te alcanzo.
Aun en
sueños siempre te persigo
y
fallidamente te me escapas de mis manos.
Surcamos
juntos pero siempre contigo
el
timón de mi vida desaparece.
Vamos a
la deriva mientras miras
a mis
ojos negros que no te miran.
Nos
sentamos juntos, y nuestros hombros parecen unidos,
el
silencio se hace evidente, tan evidente que no se calla.
La hora
se inquieta, y el compromiso de querernos
parece
una letanía sin sentido.
Y
entonces las frases románticas entran en metamorfosis
y lo
que era; sólo deja un cascaron hueco y asqueroso.
Y
entonces palideces frente a mis océanos,
el miedo
inunda tus pupilas.
Lo que
ahora digo, lo que ahora exhalo
pasa
inadvertido a tus sentidos.
Moramos
entres supuestos y predicamentos,
los
minutos se vuelven incomodos e intolerantes
mientras
desafiamos la gravedad al mezclar lo bajo con lo alto.
Prorrumpimos
a la suerte
y aquí
sentado en la banca del olvido
puedo
repasar cada instante.
Conspiramos
contra la felicidad,
aquella
que sin lustros parecía tejerse entre nuestros deseos.
Entonces
un ambiente tan ambiguo
se respira
en este amor,
que no
entiende de destinos ni de promesas.
Y; ni
como decirle a las estrellas que se equivocaron,
saboteamos
a lo predestinado
en la
eternidad de nuestros regazos.
Dividimos
el cordón de tres dobleces
y
bordeaste el centro de mis centros.
Por qué
me miras fijo
cual
ciego mira fijamente a la nada.
Por qué
ausente como sordo al concierto
escuchas
lo que digo.
Nunca
creí que pudiéramos congelar el fuego
y
deletrear un hasta nunca con acento.
Revolvimos
los parajes del deseo
y
curamos la mascara de nuestras vidas.
Me
tomas de la mano y pides que me quede,
pero mi
corazón ha zarpado lejos,
y no me
dueles, no me entiendes,
sólo
murmuramos contra la felicidad
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