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Me causa un poco de gracia,
un chasquido de inseguridad,
incertidumbres en penumbra
a la víspera de tus miradas ciegas.

Aunque lo vislumbro en tus ojos,
eso que desde mucho atrás me atreví a ver.

Parezco rendido al encanto de la nada,
hechizado de la melancolía pasajera,
enlatado en el pensamiento
de ya no me importa que pueda pasar.

Parece que ya no sé como decirlo,
mis dedos secos ya no pueden tocar
la hora de mi velorio se ha adelantado
y mi alma llora pero mi ojos ni lo notan.

Se eclipsa todo aquello que quise que alguien supiera
al parece me rendí al abandono,
deje que mi desesperanza creciera
y guardara raíces en mi casa.

Deje de cocinar pensamientos para los demás
y me atraganté a mis desgracias.
Perjudiqué a los ocasos con mis engaños
y le pedí al invierno no se fuera de mi vida.

Dicen que de mirar uno muere por dentro
hace tanto que miro y miro,
pero nunca sentí que ver suficiente,
y ahora parece que estoy muerto.

Y ahora estoy aquí absorbido a este momento,
¿no logras recordar esa imagen?
¿aquella vez que nos conocimos?
¿Cuan efímero parece ese instante no crees?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el dolor insesante del alma acallada deja ver el espíritu en su soledad, me recuerda haber estado ahí alguna vez....

Conny***

B. Rimbaud dijo...

Mi estimado!!! El final, el cierre! Ese fue tu único pecado, el ritmo, la tristeza y la nostalgia iban con un paso firme y seguro, todo iba a desembocar amarguras deliciosas, pero se cuarto jejeje Aunque empiezo a cuestionarme por esa necesidad trágica :P. Pero lasp primeras líneas se manejan con una jovialidad, con chispazos de tristezas como sorbos de nostalgia, hasta que ya hemos llenado la taza y tenemos que acabarla...tu la dejas llena sin ayudarnos a desbordarla. Las metáforas de la cocina ahora si me gustaron. Genial!