Ático de ti.
















Se filtra el silencio en gotas
secas del etéreo eco de tu encanto,
que condensan tu recuerdo.

Se afilan las clarividencias
que no comparten tus ojos
ninguna de tus complicaciones.

Se cierran con candado
los furtivos pensamientos
que cazan al amor con simples lanzas.

Pero olvidas el abeto de mi bendición
que mira al ático secreto
del escabullido de tu corazón.

Y pretendes que no lo lea,
lo que mares rojos y océanos plata
no descubren en tu mirada.

Y ahí, en el recoveco de tus recovecos,
es fácil ser contigo cualquier cosa,
es fácil saber de ti lo que reposa.

Y ahí en la guarda de tu guarda
que rescribe los miedos sin miedo,
que decide el color de los cielos.

Y ahí en el baúl de tus secretos
que definen los sentimientos
que un día se aferraran como cimientos.

Aguarda tu alma vacante
al nuevo inquilino de tu corazón,
¿será el amor? -te preguntas-.
Será la pasión -te aseguras-.

Aguarda tu alma vacante
por el incienso de paz
que descanse al resto de las vacantes.

Deseas un calido entendido
que funda el rompeolas
que detiene al necio del olvido.

Ahí en tu sótano interno
nunca esta por mucho oscuro,
más bien la luz del amorío
conquista el horizonte de cada mañana.

Ahí en la baja pradera que esconde tu alma,
me dices quien eres
y de quien se tejen los nidos.

Ahí en la inmensa añoranza
descubro como pionero
las playas de auroras enamoradas.

El retoque sencillo del lugar
te hace sentir que perteneces ahí,
aunque afuera hace frió,
dentro de ti, todo parece mejor.

Eres más de lo que intenta pintar la piel
a su exterior de metal oxidado,
más del silencio de desiertos.

No buscas las joyas que brillan
en el exterior de los ojos vidriosos,
sino la alcoba interna de aquella mirada.

Definirte, aunque en intentos
yo sólo podría decirte,
compartir un segundo en ti.

Y aunque en el escondido ático
de tu inquebrantable persona
se esconde el ser más amable
que mis ojos pudieran ver.

Un príncipe que tiene olvidado,
la realeza y la riqueza, amurallado
de dolores que acobardan los amaneceres
donde un día yo me amanecí.

1 comentario:

daniel dijo...

Todo eso, que reflexion para la persona, como para la pareja.. :)